En nuestro artículo anterior, exploramos el fascinante mundo de las pelucas desde los tiempos del Antiguo Egipto hasta la majestuosidad del Imperio Bizantino. En esta ocasión, continuaremos nuestro viaje en el tiempo para adentrarnos en la Edad Moderna y descubrir cómo las pelucas continuaron siendo un símbolo de estatus, elegancia y transformación en la sociedad. ¿Nos acompañas?

La Edad Moderna, el apogeo de la peluca en Europa

Durante el Renacimiento y hasta finales del siglo XVIII, las pelucas alcanzaron su apogeo de popularidad en Occidente. La nobleza y la alta sociedad adornaban sus cabezas con pelucas elaboradas y exquisitamente decoradas, convirtiéndose una vez más en símbolos de poder (cuanto más grande y elaborada era la peluca mayor era el estatus de su portador), y se utilizaban para resaltar la belleza y ocultar las imperfecciones.

En el siglo XVI, las pelucas eran una parte prominente de la moda y el estilo de la época, especialmente en Europa. Las pelucas eran amplias, elaboradas y extravagantes, reflejando el gusto por la opulencia y la ostentación.

Durante este período, las pelucas eran utilizadas tanto por hombres como por mujeres, pero eran especialmente populares entre los hombres de la alta sociedad. Las pelucas masculinas en el siglo XVI eran grandes, con una forma abovedada y a menudo con rizos elaborados. Se usaban para cubrir la cabeza y se colocaban encima del cabello natural, que a menudo se recogía y cubría con una base de redecilla o almohadilla.

Las pelucas femeninas también eran voluminosas y adornadas. Se elaboraban con cabello humano, pero también se utilizaban otros materiales, como lana, seda o crin de caballo, para darles mayor volumen y forma. Las pelucas femeninas se peinaban y estilizadas con rizos, bucles y trenzas, a menudo acentuadas con flores, joyas y cintas.

Las personas de la nobleza y la alta sociedad invertían grandes sumas de dinero en pelucas personalizadas y en su mantenimiento.

Las pelucas también se usaban, como no, para ocultar la calvicie. Además, las pelucas permitían cambiar de estilo y color de cabello con facilidad, lo que añadía versatilidad a la moda de la época.

Algunos de los estilos de pelucas más características del siglo XVI eran:

La reina María II de Inglaterra usando fontange

  • La «palmeta» o «picadura»: Peluca masculina frecuente en el siglo XVI. Consistía en una pieza corta que dejaba al descubierto las orejas y tenía un flequillo pronunciado en la frente. A menudo se decoraba con joyas, cintas y plumas.
  • La «fontange»: Esta era una peluca femenina muy popular en la Francia del siglo XVI. Era una peluca alta y elaborada con varios niveles de volúmenes y rizos. La «fontange» se decoraba con cintas, lazos y joyas, y a menudo se coronaba con un tocado de encaje en forma de abanico.
  • La «perruque»: Esta peluca era una versión más elaborada y voluminosa de la «palmeta». Utilizada por hombres de la alta sociedad se caracterizaba por tener rizos y bucles más pronunciados y extensos.
  • La «hennin»: Esta peluca femenina era alta y cónica, y se usaba en combinación con un tocado puntiagudo llamado «henin». La «hennin» era popular en la Europa continental y se asociaba con la moda del Renacimiento tardío.

En el siglo XVIII, las pelucas alcanzaron su apogeo de popularidad y extravagancia. La peluca en el siglo XVIII era un elemento esencial de la moda y la vestimenta, especialmente en la alta sociedad y la nobleza. Se convirtió en una forma de expresión de estatus, estilo y refinamiento.

Aristócratas franceses con pelucas siglo XVIII

Los estilos más populares eran:

Luis XV, por Maurice-Quentin de La Tour

  • La «perruque poudrée» o «pouf»: Esta era una de las pelucas más icónicas y exageradas del siglo XVIII. Era una peluca blanca y empolvada que se llevaba alta y voluminosa. Las pelucas «poudrées» a menudo estaban adornadas con cintas, lazos, plumas, flores y otros elementos ornamentales.
  • La «perruque à la belle-poule»: Era una pieza femenina que se popularizó a fines del siglo XVIII. Tenía forma de concha o caparazón y se sostenía en su lugar con alambres o estructuras internas. Se caracterizaba por rizos elaborados y era conocida por su extravagancia y sofisticación.
  • La «queue de cheval»: Se trataba de una peluca masculina que imitaba el estilo del cabello natural peinado en una cola de caballo. La «queue de cheval» era común entre los hombres de la alta sociedad y se usaba con atuendos formales.
  • La «perruque à la victime»: Se popularizó a mediados del siglo XVIII y fue inspirada por María Antonieta. Tenía un estilo desordenado y revuelto, con rizos sueltos y despeinados, y se asociaba con un estilo más natural y romántico.

Durante esta época, los maestros peluqueros eran considerados verdaderos artistas. Pasaban horas y horas diseñando y creando pelucas personalizadas, utilizando cabello humano, sedas, encajes y otros materiales preciosos. Cada peluca era única y se adaptaba a las preferencias y características de cada individuo

La peluca en Oriente

Pero no solo en la cultura occidental ha tenido una presencia importante la peluca. En Oriente se encuentran referencias muy tempranas en su uso.

A lo largo de la historia de la cultura china, la peluca ha jugado un papel importante, que se remonta a la Dinastia Zhou (1046-256 a.C). Igual que en Egipto, Roma o Bizancio, la peluca era un rasgo de estatus social. Usada por la aristocracia, se consideraban un símbolo de elegancia y belleza. Durante la dinastía Tang (618-907 d.C), las pelucas se volvieron más elaboradas y coloridas. Las mujeres usaban pelucas altas con adornos, mientras que los hombres llevaban pelucas con coletas largas también decoradas.

Pero fue durante la Dinastía Qing (1644-1912), que el uso de pelucas alcanzó su punto álgido. La dinastía Qing era de origen manchú, y los hombres manchúes tenían la tradición de raparse la frente y usar pelucas especiales llamadas «touji» o «toupet». Estas pelucas eran generalmente de color negro y se usaban junto con el tradicional tocado llamado «guan» para simbolizar su identidad étnica y estatus social.

Las pelucas en Japón también tienen una larga tradición, que se remonta al periodo Heian (794-1185). Durante esta época, las mujeres de la aristocracia usaban pelucas elaboradas y decoradas con accesorios como flores, plumas y perlas. Estas pelucas eran parte integral del estilo de vestimenta tradicional japonés conocido como «junihitoe» y eran un símbolo de estatus y belleza.

En el teatro tradicional japonés, como el teatro Noh y el kabuki, las pelucas desempeñaban, y siguen desempeñando a día de hoy, un papel crucial. Los actores utilizan pelucas coloridas y elaboradas para representar personajes específicos, cada una con su estilo y diseño distintivo. Estas pelucas ayudan a los actores a transformarse y dar vida a sus personajes en el escenario.

Una larga tradición

A medida que el tiempo avanzaba, las tendencias cambian, pero las pelucas continúan siendo una parte importante de la moda y el estilo. Aunque en la actualidad su uso ha evolucionado y se ha convertido en una elección personal, no se puede negar la influencia y la duradera tradición que nos han legado nuestros antepasados.

Como fabricante de pelucas, nos enorgullece continuar esta tradición, fusionando la artesanía y la creatividad para ofreceros pelucas de alta calidad que resalten vuestra belleza. Nos esforzamos por mantenernos al tanto de las últimas tendencias y técnicas de fabricación, usando siempre materiales de primera calidad, mientras honramos y rendimos homenaje a la rica historia que nos precede. Lo que más nos gusta, en cualquier caso, es ver que el resultado nuestro trabajo se traduce en la felicidad de las personas que confían en nosotros.