Las pelucas son más que simples elementos de moda, son un testimonio vivo de la evolución de los estilos y las costumbres a lo largo de los siglos. La tradición de las pelucas se remonta a la antigüedad, donde diversas civilizaciones descubrieron las posibilidades de utilizar cabello artificial para realzar la apariencia y expresar estatus social, y llega hasta nuestros días. ¿Nos acompañas en este fascinante recorrido por la historia de las pelucas?

Antiguo Egipto

Hay evidencias de que los egipcios empezaron a utilizar pelucas alrededor del 3400 a.C., como una forma de protegerse del sol y como una manifestación de estatus social. En el antiguo Egipto, las pelucas eran una parte destacada de la moda y la cultura. Usadas tanto por hombres como por mujeres, tenían diferentes estilos y propósitos. Se cree que, además de un uso decorativo, también tenían un fin práctico como barrera contra los piojos y otros parásitos.

Las pelucas egipcias estaban hechas básicamente de cabello humano, pero también se utilizaban otros materiales, como la lana, fibras vegetales y extensiones de cabello animal.

Algunas pelucas eran simples y cortas, mientras que otras eran largas, voluminosas y con rizos. Los estilos y las decoraciones de las pelucas variaban según la moda y el periodo de tiempo. Algunas tenían trenzas y otras mechones y adornos, como cintas, diademas y conchas marinas.

En el antiguo Egipto, el cuidado y mantenimiento de las pelucas era una parte importante de la rutina diaria. Se aplicaban aceites y perfumes para mantener el cabello y la peluca con un aroma agradable, y se utilizaban peines y cepillos para dar forma y desenredar el cabello.

La princesa Meritatón, hija de Akhenatón y Nefertiti, con una peluca corta. Fuente: Historia: National Geographic

Gracias a la preservación natural en las tumbas y a la creencia en la vida después de la muerte que tenían los antiguos egipcios, se han descubierto numerosas pelucas y extensiones de cabello en yacimientos arqueológicos egipcios.

La tumba de Tutankamón, descubierta en 1922, es un ejemplo destacado. En este yacimiento se encontraron varias pelucas bien conservadas que pertenecían al joven faraón. Estas pelucas, elaboradas y detalladas, han proporcionado información muy valiosa sobre los estilos y técnicas utilizados en la confección de pelucas en ese período.

Además de la tumba de Tutankamón, se han descubierto pelucas y extensiones de cabello en otros entierros egipcios, tanto de faraones como de personas comunes. Estos hallazgos arqueológicos han proporcionado mucha información sobre las prácticas de peinado y moda en el antiguo Egipto.

Algunas de estas pelucas se exhiben en museos de todo el mundo, como el Museo Egipcio de El Cairo y el Museo Británico en Londres, permitiendo a los visitantes apreciar la belleza y la artesanía de estas antiguas piezas de vestimenta.

Imperio Romano

Así como en la Antigua Grecia el uso de pelucas se limitaba básicamente al ámbito teatral, en el Imperio Romano las pelucas se volvieron populares entre las personas de la alta sociedad, como símbolo de posición social. En este caso las usaban tanto los hombres como las mujeres.

La elaboración era principalmente en base al cabello humano (en gran parte obtenido de los esclavos), aunque también se utilizaban materiales como la lana o el cabello de cabra. Pensadas para imitar distintos estilos de cabello, se usaban tanto para cubrir la calvicie como para seguir las últimas tendencias de la moda del momento. La calvicie estaba mal vista entre los romanos; se consideraba un signo de disminución física. Calígula, por ejemplo, era calvo, y usaba pelucas, coronas de laureles y diademas para disimular la falta de cabello.

Las pelucas masculinas en Roma solían ser cortas y ajustadas a la cabeza. Estas pelucas se llamaban «galerus» y eran especialmente populares entre los hombres jóvenes y los soldados. También existían pelucas más elaboradas y rizadas, conocidas como «citharae» o «capillamenta», que se usaban en ocasiones especiales y eventos formales.

En cuanto a las pelucas femeninas, había una amplia variedad de estilos. Las mujeres romanas usaban pelucas largas y elaboradas, a menudo con rizos y trenzas. Estas pelucas se complementaban con diademas, joyas, cintas, plumas y otros elementos ornamentales  que añadían un toque de lujo y distinción.

Las pelucas de la antigua Roma se consideraban una parte esencial del arreglo personal y se les prestaba mucha atención en términos de estilo y cuidado. Se usaban peines, cepillos y aceites para mantener las pelucas limpias y en buen estado.

Busto de Fonseca, época Flavia, principios del siglo II d.C. Fuente: Wikimedia Commons

Existen numerosos  restos arqueológicos que nos permiten hacernos una idea muy aproximada de cómo lucían las pelucas, sobre todo frescos y mosaicos, donde se representan a personas con peluca. Aunque uno de los más notables es la escultura “Busto Fonseca” donde una mujer luce un peinado subido, lleno de rizos en hilera, que no es otra cosa que una elaborada peluca.

También se han encontrado fragmentos de cabello humano dentro de tumbas romanas, lo que sugiere que las pelucas y extensiones de cabello eran utilizadas como parte del ritual funerario y como una forma de mostrar estatus incluso después de la muerte.

Bizancio

Tras la caída del Imperio Romano de Occidente, Constantinopla se convirtió en el centro neurálgico de Occidente. Todo el legado romano se alimentó con las influencias orientales y del cristianismo temprano, floreciendo una civilización donde las pelucas siguieron desempeñando un papel destacado en la moda y la cultura. Igual que en la antigua Roma, las pelucas en Bizancio eran una expresión más de estatus, riqueza y sofisticación.

Las pelucas bizantinas se fabricaban mayoritariamente con cabello humano, aunque también se combinaban con otros materiales como la lana, la seda, los hilos de oro y plata, e incluso el cabello animal. Aunque sin duda, una de las características más distintivas de las pelucas del Imperio Romano de Oriente era su excelente decoración. Acostumbraban a adornarse con joyas, perlas, cintas, diademas y todo tipo de elementos ornamentales. Estos adornos se combinaban con el estilo y el color del cabello para crear pelucas sumamente llamativas y extravagantes. También se usaban extensiones y postizos para lograr peinados más elaborados.

Detalle del mosaico «Madonna and Child seated between Empress Irene Ducas and Emperor John II Comnenus (1118-1122). Fuente: Wikipedia

Las pelucas de Bizancio no eran exclusivas de las mujeres, también los hombres la usaban, especialmente aquellos de la alta sociedad y la corte imperial. Las pelucas masculinas tenían sofisticados peinados con rizos y bucles y a menudo se decoraban con cintas y diademas. Los emperadores y miembros de la nobleza podían utilizar pelucas de colores brillantes y vivos para resaltar su estatus.

En el próximo artículo continuaremos explorando los cambios significativos que marcaron el rumbo de la fabricación de pelucas en la Edad Moderna. Esperamos que nos acompañes en el siguiente capítulo de esta historia, donde  conoceremos cómo evolucionó el arte de las pelucas tanto en Occidente como en Oriente  ¡No te lo pierdas!

 

IMAGEN DE CABECERA: Pintura de la cámara funeraria de Nefertari de Wikipedia